domingo, 19 de febrero de 2017

Reflexiones sobre el modelo ETP y el colapso



Queridos lectores,

Durante la semana que ya acaba he estado ocupado en múltiples menesteres, y entre otros la preparación de una sesión especial para FUHEM que tendrá lugar este lunes, en el que discutiré en profundidad las bases teóricas del modelo ETP. Este modelo, desarrollado por el Hills Group, ha ganado mucha atención en los últimos meses, en parte por la publicidad que le ha hecho Louis Arnoux (cuyos posts publicamos aquí traducidos) y en parte por lo extremo de sus predicciones (en particular, que en una década la industria del petróleo dejaría de ser capaz de producir suficiente energía siquiera para autosustentarse).

Ruy Nuñez escribió ya hace algunas semanas el análisis que les presento hoy, que es un anticipo de un post detallando mi presentación en FUHEM y que publicaré yo mismo dentro de pocos días. Teniendo en cuenta la importancia que se está dando a este modelo en algunos foros, creo que este post y el que viene serán de su máximo interés.

Salu2,
AMT


Reflexiones sobre el modelo ETP y el colapso

En los últimos meses existe cierto revuelo alrededor del modelo desarrollado por The Hill’s Group (THG) para estimar cuándo el petróleo dejará de aportar energía al sistema industrial. Puesto que estoy plenamente convencido de los postulados asociados al estudio de Los Límites del Crecimiento y que soy de los que creen que colapsaremos sí o sí, he leído con detenimiento los artículos de Louis Arnoux y posteriormente el propio informe de THG, Depletion: a determination for the world’s petroleum reserve.
Reconozco que he tenido que leer varias veces el informe y aun así no he logrado entender todavía algunas de las deducciones expuestas. Encuentro que no se presentan con toda la argumentación teórica necesaria para que alguien no versado pueda entenderlas con mayor o menor esfuerzo, por lo menos yo no lo he conseguido.
No he sido capaz de determinar si algunas de las hipótesis de simplificación de la ecuación de la que parte el modelo, la ecuación del balance de la tasa entropía para volúmenes de control derivada de la Segunda Ley de la Termodinámica, son correctas y por tanto, mis dudas sobre si en diferentes etapas del desarrollo se trabaja sobre diferentes volúmenes de control debo aparcarlas y dar por buenos los resultados. Es cierto que el desarrollo posterior, asumiendo que los datos empleados son correctos, arroja unos niveles altísimos de correlación entre los diferentes parámetros analizados.
Puesto que no acabo de dilucidar por mí mismo la robustez del análisis he buscado la opinión de otros y de momento no he conseguido encontrar un análisis en detalle del modelo. Escuché atentamente el programa de Radioactividad del Colectivo Burbuja en el que entrevistaron a Ferran Vilar y me llevé una pequeña decepción pues no se trató en él la bondad del modelo y se envuelve el estudio en un halo de secretismo que no se corresponde a la realidad pues no es difícil averiguar quién es el director de THG (Bedford W. Hill) o ponerse en contacto con él (yo lo he hecho).
Posteriormente he encontrado la videoentrevista a Louis Arnoux publicada en SRSroccoreport.com en la que se afirma que la fecha de traspaso (el año en que el petróleo crudo, tomado en promedio, dejará de aportar energía a la sociedad industrial exceptuando la propia industria de extracción y refino) no será el 2030, según la estimación del modelo ETP, sino el 2022. Louis Arnoux promete explicar con detalle esta nueva estimación en un próximo artículo en una revista revisada por pares. Pero yo quiero aprovechar la circunstancia de este acercamiento del límite fatal para exponer los argumentos que me llevan a pensar que el colapso no se producirá ni en 2022, ni en 2030, ni en ninguna otra fecha concreta. Para mí, el colapso ya está en marcha y todavía durará unas décadas. Seguramente pocas, pero décadas.
A ver si soy capaz de exponer mis pensamientos de forma ordenada e inteligible. Vaya por delante que mis argumentos son de carácter cualitativo, por tanto, no vienen apoyados en sesudos cálculos ni en largas series de datos. Pero espero que resulten convincentes igualmente, y si no la discusión debe ayudarnos a todos a entender mejor lo que hay y lo que vendrá.
Esta es la lista de argumentos que posteriormente desarrollaré:
- el  promedio no es la población
- la posición crucial del petróleo
- la complejidad del sistema socioeconómico

El  promedio no es la población
En la mayoría de estudios que he visto sobre el mundo del petróleo, y el modelo ETP no es una excepción, se trabaja con promedios dada la dificultad de analizar los numerosísimos casos particulares y probablemente, dada también la falta de datos fiables para muchos casos.
De hecho, el informe de THG dice explícitamente que trabajan con valores promedio. Por lo tanto cuando el modelo ETP dice que en 2030 el petróleo dejará de aportar energía al sistema industrial se indica que un porcentaje muy alto de pozos y yacimientos habrán alcanzado y superado tal situación, mientras que otro porcentaje también grande seguirán siendo rentables en términos energéticos y por tanto, económicos.
Evidentemente ese momento histórico será muy significativo desde una perspectiva historiográfica, pero en una visión continua del desarrollo de los acontecimientos puede incluso pasar desapercibido.
Lo cierto es que habrá países que todavía puedan sostener algún tipo de sistema industrial, mientras que otros muchos no. De esta última categoría ya estamos viendo algunos.

La posición crucial del petróleo
Para cualquier persona que haya estudiado el tema del peak oil resulta palmario que el petróleo es insustituible para la civilización industrial dado que el desarrollo de la misma desde la II Guerra Mundial ha estado basado en este recurso. Al mismo tiempo, dicho desarrollo, ha alcanzado cotas de complejidad y de cantidad que no pueden sostenerse a día de hoy con el resto de fuentes de energía.
Pero es esta misma posición de insustituibilidad del petróleo lo que empuja al sistema actual (el famoso BAU) a dedicar todos los recursos posibles para seguir obteniéndolo. Por decirlo de forma escueta, es muy posible que el BAU nos lleve a dedicar cualquier resquicio de energía neta positiva, por ejemplo la que pueda aportar el gas natural, para seguir extrayendo petróleo cuando éste ya haya dejado de ser energéticamente rentable (cabe recordar aquí que según el estudio de THG ese momento no es cuando la TRE es 1:1, sino cuando es 6,89:1; tengo la impresión que aquí hay una inconsistencia de definiciones acerca de la TRE entre la que usamos la mayoría y la que utilizan la gente de THG).
Es decir, emplear el petróleo como vector energético mientras haya otras fuentes con aporte neto. [alternativamente: Una analogía de esto sería la extracción y uso de las arenas bituminosas de Canadá sobre las que existen serias dudas de su viabilidad si no fuera por el gas natural y el petróleo crudo].
Por tanto, la existencia de otras fuentes de energía que no hayan alcanzado todavía su “dead state” (no he encontrado una buena traducción para el concepto) pueden posibilitar el enmascaramiento de dicha situación para el petróleo.
Y no menos importante, está la exclusión de porciones cada vez más importantes de la sociedad para mantener el BAU para el resto. Este aspecto no es trivial ni menor, pues la reducción drástica de quienes tienen acceso a los beneficios del petróleo podría alargar por bastante tiempo su función. Buena parte de las élites y de amplias capas de la sociedad, por desconocimiento o incomprensión del problema, se verán, ya se ven, empujadas a presionar al sistema para mantener su modo de vida sin darse cuenta en la mayoría de los casos, de que eso es gracias a la desposesión de otros. Aquí subyace el gran peligro de la deriva autoritaria de las sociedades, pero este no es tema de este artículo.

La complejidad del sistema socioeconómico
Para mí es indudable que la complejidad alcanzada por la civilización industrial es fruto directo de las fuentes de energía fósiles y muy particularmente del petróleo. Pero eso no es sinónimo de que el petróleo suponga una correa de transmisión directa en el sentido de que terminada su capacidad de aportar energía se acaba el sistema. En una perspectiva histórica probablemente sí, pero en la visión del que vive el suceso la percepción puede ser diferente.
Buena parte del riesgo de colapso está asociada con cómo se ha construido el sistema financiero. El colapso de la civilización industrial tendrá lugar, en mi opinión, independientemente del resto de factores pues es una cuestión termodinámica. Pero el momento en que se inicia y cómo se desarrolla sí puede estar influido por otros factores (ya he apuntado en el ítem anterior uno muy importante: la porción de población que tiene acceso a los beneficios del sistema).
El sistema financiero es otro elemento que puede acelerar o retrasar el colapso. Seguramente no hablamos de décadas sino de años, pero algo puede contribuir. Creo que no es difícil ver que, en realidad, ya estamos viviendo de prestado gracias a la financiarización de la economía (la gran explosión de la deuda por la universalización de las monedas fiduciarias combinadas con la reserva fraccionaria de los bancos privados), lo que ha permitido el desarrollo del petróleo LTO. Seguro que desde la crisis de 2008 y según afirman algunos entendidos en macroeconomía, desde 1970, más o menos. Este mecanismo de virtualización de la economía puede conceder algunos años más si de alguna forma los actores principales de la economía mundial orquestasen un sistema de redimensionamiento de la economía financiera. Ello podría hacerse a costa de eliminar gran parte de la riqueza mundial que al mismo tiempo es deuda; pero es que dicha riqueza ya es una entelequia sostenida en bits de ordenador. Imagino que el gran problema para implementar una acción de este tipo está en ver sobre quién recae el coste: si sobre la mayoría de ciudadanos, con el consiguiente riesgo de revueltas sociales pues esta vez se evaporarían los ahorros de cientos de millones de personas, o sobre las fortunas de esa pequeñísima élite que están acumulando la riqueza financiera. ¿Apostamos?
Otra forma en que el sistema socioeconómico puede alargar un poco el tiempo es mediante el consumo del capital acumulado previamente. De hecho, este mecanismo ya lo hemos visto profusamente a nuestro alrededor en los últimos años. Pero en los países centrales del sistema y los de las coronas más próximas, la riqueza acumulada por la sociedad en su conjunto, puede permitir trabajar a pérdidas al sistema. Vendría a ser un proceso opuesto al de concentración de capital ocurrido en los albores del capitalismo y su ejecución práctica puede ser por un fenómeno de pérdida de valor de las monedas y sin que ello genere inflación monetaria. Como tampoco soy economista me cuesta mucho articular y explicar el funcionamiento de este proceso y espero que resulte más o menos intuitivo. En el fondo, dado que nuestras monedas actuales basan su valor en la riqueza de los países que las respaldan (técnicamente se habla de la confianza que inspiran las diferentes economías), si la sociedad en su conjunto se va empobreciendo, el valor de dicha moneda también disminuye. Pero mientras el proceso no sea demasiado abrupto este fenómeno permite introducir dinero en forma de deuda que sirve para comprar tiempo. Simultáneamente no se genera inflación, por lo menos no explícita, pues el progresivo empobrecimiento deprime la demanda con lo que el dinero en circulación no consigue presionar los precios al alza. Si algún economista es capaz de elaborarlo adecuadamente, o desmontar el razonamiento, le estaré muy agradecido.
Seguramente existen otros factores debidos a la complejidad del sistema que pueden coadyuvar a alargar un poco el momento en que el declive sea evidente e innegable, pero también es intuitivo que la complejidad de nuestra civilización hace que sea más difícil explicitar el problema y sobre todo, cambiar de rumbo. Es por ello que yo soy de la opinión de que antes de ver cualquier transición y florecimiento de sociedades y economías post-petróleo tendremos que pasar por colapsos duros y costosos.

Epílogo
Yo creo que la mayoría de personas, una vez tomamos conciencia de lo que supone el decrecimiento en la disponibilidad de energía abundante y barata querríamos ver ocurrir dicha transición en el menor tiempo posible. Si me apuran diría que de la noche a la mañana. Ello probablemente por varias razones, entre las cuales el ver realizadas esas negras predicciones que en tantas ocasiones nos han hecho quedar como lunáticos ante personas a las que hemos expuesto la cuestión, o la creencia de que una vez instaurada la nueva realidad se acabará la angustia de la espera y podremos empezar a cambiar de forma de vida.
Pero también creo que la realidad será peor: el colapso es (asumo que ya se ha iniciado) lento a escala humana (muy rápido a escala histórica), es progresivo geográficamente (no todos los países colapsarán a la vez) y será devastador socialmente (ya lo podemos ver en casos como el de Siria, Venezuela o Grecia).
Al mismo tiempo soy optimista pues creo que cabe la posibilidad de crear sociedades más justas y más humanas, en el sentido de que sean sistemas más a la medida de los individuos. Eso sí, para ello habremos de pasar por enormes calamidades y probablemente la suerte irá por barrios: algunas zonas del planeta (no me aventuro a hablar de países, estados o regiones pues seguramente veremos muchos cambios de fronteras y desaparición de estructuras político-administrativas) desarrollarán civilizaciones deseables para una mayoría mientras que otras zonas caerán en distopías poco atractivas. De todas formas cabe recordar que a lo largo de la historia la prevalencia ha sido la de los sistemas de explotación de la mayoría por parte de una minoría.

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